La tétrica historia de las “mujeres de confort”

Las Mujeres de Confort en la II guerra mundial

Uno de los actos más crueles y condenados de los japoneses fue el secuestro de mujeres en las regiones ocupadas para convertirlas en “mujeres de confort”, esto es, en esclavas que debían prestar servicios sexuales a los soldados japoneses.

Dadas las consideraciones de superioridad racial que tenían en este periodo los japoneses (que se consideraban básicamente superiores a todo el mundo) ninguna mujer de territorio ocupado estaba a salvo de este terrible destino.

Lo terrible del asunto es que no comenzó con la guerra. Si bien las primeras “Estaciones de confort” fueron ocupadas por prostitutas japonesas que se ofrecían como voluntarias (la primera se creó en Shangai en 1932) con el tiempo ellas no fueron suficientes y se vieron obligados a conseguir otras fuentes. Del pago se pasó al chantaje y la mentira, y de allí al secuestro directo.

mujeres de confort. Fuente kpop-argentina.com.ar

La política de “los tres”

Las tropas japonesas estaban fuertemente ideologizadas en lo que respecta a la superioridad racial nipona. Su política de “los tres” hacía referencia a 3 actuaciones de guerra que estaban en clara contravía con los acuerdos entonces vigentes en las convenciones de Ginebra: matar, quemar, robrar. Las personas se incluían como objetos en esta lista, por lo que la captura, esclavización y violación de civiles fue no solo autorizada sino promovida por los altos mandos japoneses.

La crueldad japonesa

Huelga decir que las llamadas “mujeres de confort” no tenían muchos derechos ni beneficios. Tras la finalización de la participación de las japonesas en estos asuntos estaban compuestas principalmente por mujeres de razas consideradas “inferiores” (incluyendo unas cuantas europeas) por lo que se trataban básicamente como animales. Chinas y coreanas componían la mayoría, pero también había filipinas, hindúes e indonesias, y una que otra europea.

Los testimonios de las mujeres son completamente espeluznantes. Kim hak-sun, quien fue convocada con la excusa de un supuesto trabajo en una fábrica textil, narra que durante un año fue violada entre 30 y 40 veces al día, además de ser torturada y golpeada. Incluso el médico que la visitaba para verificar enfermedades venéreas la violaba en su camino a la salida. Y lo que es peor, cuando los ataques estadounidenses acabaron con las líneas de abastecimiento japonesas y la falta de condones comenzó a hacer mella en la salud de las mujeres comenzó a cobrárseles si se enfermaban, dejándolas morir cuando alcanzaban condición crítica…

…y en muchas ocasiones matándolas antes de que tropas aliadas pudiesen rescatarlas.

De las mujeres surcoreanas que fueron convertidas en esclavas sexuales del ejército nipón quedan vivas menos de 50.

Se calcula que un 80% de las mujeres que entraron a estas casas jamás volvieron a salir, y quienes lo hicieron estaban enfermas con infecciones de transmisión sexual, habían quedado estériles, o ambas. En cuanto a los números, si bien no se sabe con exactitud (pues los japoneses no llevaron registro de ello, y cuando lo hicieron dicho registro fue eliminado) las cifras se calculan entre 50.000 y 300.000 mujeres.

Un crimen de guerra que ha sido poco mencionado, pero que seguramente se encuentra entre las más crueles actuaciones de la Segunda Guerra Mundial. Y si vamos a ello, también de la Historia.

Las sobrevivientes

Cada vez quedan menos y la menor ya tiene más de 88 años, pero durante décadas su recuerdo ha complicado las relaciones de Japón con varios de sus vecinos asiáticos.

Son las llamadas “mujeres de confort”: esclavas sexuales al servicio de los soldados japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, en su inmensa mayoría jóvenes surcoreanas.

Se estima que en total llegaron a sumar 200.000, pero en Corea del Sur solamente quedan 46 sobrevivientes.

“Queremos que el emperador japonés venga aquí, se arrodille ante nosotros y pida perdón sinceramente”, pidió en esa oportunidad.

“Pero creo que los japoneses están esperando a que nos muramos”, se quejó amargamente.

Efectivamente, aunque los padecimientos de mujeres como Ok-seon salieron a luz por primera vez en 1981, Japón solamente reconoció el uso de burdeles de guerra 12 años más tarde.

Tokio ofreció disculpas por primera vez en 2007, pero muchos no las consideraron sinceras.

Y con muchos japoneses negando incluso la misma existencia de esclavas sexuales, no fue sino hasta este lunes que las autoridades de Japón y Corea del Sur sellaron el acuerdo con el que esperan pasar definitivamente esa amarga página de su historia.

Varias de ellas viven juntas en la “Casa de Compartir”, una casa de retiro de la ciudad de Gwangiu que también es un verdadero museo viviente de su sufrimiento.

Situada al lado de un sinuoso camino rural no podría ser más diferente de las cabañas y granjas de tomates que la rodean: está llena de placas y estatuas que dan cuenta de las historias de sus habitantes.

Ok-seon es una de ellas.

La mujer dice que tenía 15 cuando fue raptada y enviada por la fuerza al noroeste de China, en ese entonces bajo control japonés.

Les había estado rogando a sus padres que la enviaran a la escuela, pero con una docena de hijos para alimentar no podían permitírselo.

Así que al momento de su rapto estaba trabajando como empleada doméstica, lejos de casa.

Una vez en China, fue esclavizada sexualmente por tres años en una de las “estaciones de confort” instalados por el ejército japonés para atender a sus soldados.

Mujeres de China, las Filipinas Indonesia y Taiwán también poblaban esos burdeles militares, pero las coreanas constituían la inmensa mayoría.

Corea estaba entonces bajo ocupación japonesa y la familiaridad con el idioma de muchas de las locales las hacía particularmente atractivas para los “reclutadores” del ejército.

Aunque no era la posibilidad de una conversación lo que atraía a la mayoría de los militares.

“Era como un matadero, pero no para animales, sino para humanos. Ahí se hacían cosas horribles”, recuerda Ok-seon.

Y, mientras habla, enseña numerosas cicatrices en sus brazos y piernas, producto –cuenta– de puñaladas.

Años de espera

Dice que fueron varias las veces que intentó escapar del burdel.

“(Pero) me atraparon y me pegaron, una y otra vez”, cuenta.

A Ok-seon la obligaban a satisfacer a soldados japoneses destacados en China.

Como resultado de esas palizas perdió parte de su capacidad auditiva y algunos dientes.

Y, según un voluntario del hogar, otras lesiones producidas en esa época también la dejaron estéril.

A Ok-seon no le gusta el nombre de “mujeres de confort” empleado para referirse a mujeres como ella.

“Me pregunto por qué nos llamaron así. No fuimos por voluntad propia, fuimos secuestradas. Me obligaron a tener relaciones sexuales con muchos hombres cada día”, dice.

Y también le molesta que el fondo anunciado haya sido concebido como un fondo de ayuda y no como compensación directa a las sobrevivientes.

“Me pregunto si las conversaciones en realidad se hicieron pensando en las víctimas. A nosotras no nos interesa el dinero, pero si los japoneses cometieron estos pecados su gobierno debería ofrecer una compensación oficial directa”, le dijo a la BBC.

Imagen del 22 de septiembre de 2017 de una vista de un monumento dedicado a las “mujeres de confort”, en St. Mary Square en San Francisco, Estados Unidos. La Coalición de Justicia de las Mujeres de Confort, un grupo local de defensa popular dedicado a traer justicia para las víctimas de la esclavitud sexual militar japonesa durante la Segunda Guerra Mundial. (Xinhua/Ma Dan)

El tema de las esclavas sexuales había estado generando protestas semanales frente a la emnbajada de Japón en Seúl.

Pero su compañera Yoo Hee-nam, también de 88 años, valora más positivamente el acuerdo.

“Si miro hacia atrás, me tocó vivir una vida privada de mis derechos más básicos como ser humano, así que no puedo estar completamente satisfecha”, explicó.

“Pero durante todo este tiempo he estado esperando que el gobierno de Corea del Sur resuelva legalmente este asunto, y como trabajaron tan duro para sellar un acuerdo antes del final del año, me gustaría darle un voto de confianza al gobierno”, declaró.

El acuerdo fue anunciado en Seúl por los ministros de Relaciones Exteriores de Corea del Sur y Japón.

Como explica el corresponsal de la BBC en Seúl, Kevin Kim, a inicios de año el presidente sudcoreano, Park Geun-hye, había pedido se solucionara el tema antes de que terminara 2015, año en que se conmemoran 50 años del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Japón y Corea del Sur.

Park insistió también en acelerar las pláticas por la avanzada edad de las víctimas, haciendo notar que nueve de ellas habían muerto en 2015.

Y aunque en Japón no todos celebraron el acuerdo, el primer ministro nipón, Shinzo Abe, lo alabó diciendo que el mismo marcaba “una nueva era” en las relaciones entre ambos países.

“No debemos arrastrar este problema hasta la nueva generación”, pidió.

Primer vídeo que documenta la existencia de las ‘mujeres de confort’

Fuente: Recopilación de Internet

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